lunes, septiembre 01, 2008

Somos los 'Indies'

Vanessa, una amiga mía, me regalo por mi cumpleaños entre otras cosas guays, un libro que se llama Sexo, Mentiras y Hollywood. El autor es Peter Biskind un periodista estadounidense especializado en cine, que también publicó otro libro, al parecer más famoso, llamado Moteros Tranquilos, Toros Salvajes. Aunque este último no me lo he leído aún y es anterior cronológicamente, ambos hablan de lo mismo, de la intra-historia del cine y de cómo fueron realmente diversas épocas en Hollywood, más allá de la parafernalia que se nos vende normalmente.

Mientras que Moteros Tranquilos... habla del periodo que se conoció como el Nuevo Hollywood, en el que determinados directores como Coppola, Scorsese, Lucas o Spielberg cambiaron la visión de crear y explotar las películas, cine del que ahora somos herederos directos e incluso hemos ido un paso más hacia allá; Sexo, Mentiras y Hollywood, habla de un periodo más oscuro que el anterior. Oscuro primero porque no es tan conocido el cine independiente, por el hecho de ser independiente suele ser menos accesible al público, y oscuro también porque habla de como el cine independiente fue convertido poco a poco en una máquina de hacer dinero al servicio de los grandes estudios.

Toda la historia se centra en los hermanos Wenstein, que sin conocimientos de cine, pero mucha ambición de mercado, crearon una pequeña empresa distribuidora llamada Miramax para hacerse de oro a costa del cine. La estrategia de Miramax era siempre la misma: compramos una película independiente una vez hecha, la pasamos por la sala de montaje para hacerla más comercial, hacemos una campaña de publicidad fuera de lo común, y ganamos dinero. ¿Cuál es el problema? Que mientras que a un director le pagaban por su película (generalmente autofinanciada y sin pagos a actores ni equipo) unos 200.000 dólares, ellos terminaban recaudando un par de millones. Con lo cual el beneficio para Miramax era enorme. Compraba películas a precio de saldo, mientras que sus márgenes de beneficios eran enormes. Evidentemente nada de ese dinero le llegaba al director o productor de la cinta.

Esa situación derivó en dos cosas: la primera que los grandes estudios empezaron a ver que eso era un negocio interesante, por unos pocos millones de dólares al año, podrían sacar uno o dos centenares de millones y veían por lo tanto la jugada igual que la veía Miramax: compro a precio de saldo y me forro. Como resultado está que Miramax hizo un contrato con Disney (sí, Disney) en el que la primera le daba un porcentaje del dinero obtenido del cine independiente, mientras que la segunda daba un cheque en blanco a Miramax para producir cine independiente. La segunda de las cosas en las que terminó derivando el asunto fue que el hueco del cine independiente para los directores se iba cerrando poco a poco. Una vez Miramax compraba una película de un director, la estrenaba y era un "éxito" (en el sentido independiente del asunto), tenían a ese director en plantilla y a partir de entonces siempre que hiciese una película pasaba por la producción de Miramax. Esto terminaba llevando a la situación que el autor independiente nunca quiere: que le controlen su película, y cuando Miramax se hizo tan grande como para pasar de ser una empresa distribuidora a una empresa productora, la mano de hierro con que llevaba sus productos no tenía nada que envidiar a cualquiera de los otros grandes estudios.

Por último, además, el sistema de competencia (en muchos casos, sino siempre, desleal y mafiosa) de Miramax, terminaba por obligar a las otras distribuidoras independientes realmente preocupadas por este nicho de mercado y su 'pureza artística' a capitalizarse también. De otro modo, Miramax se iba haciendo cada vez más con mayor parte del pastel y ellos se quedaban con menos. Tanto es así que October, otra distribuidora de cine independiente, hizo un pacto parecido con Paramount. Otras o se fusionaron, o simplemente terminaron por desaparecer. Todo esto hasta hoy. En que apenas existe prácticamente el cine independiente entendido como tal, ahora es un mercado más de los estudios. El Festival de Sundance, del que también se habla en el libro, no deja de ser un escaparate de directores interesantes para los estudios.

Pero siempre cabe hacerse la pregunta ética del asunto. Muy bien, pero a mi me puede llegar Miramax y yo pasar de ella y seguir siendo independiente. Aparte de que a los directores se les engañaba, de hecho en el libro cuenta como en Hollywood hay un tufillo de 'nunca trabajes con los Wenstein', se llegaba a pactos de los de 'una para ti, una para mí'. Así los directores se vendían (o se les obligaba a venderse) para poder seguir haciendo lo que realmente les gustaba. Directores o personas importantes del cine que han surgido gracias a la mano de Miramax han sido Quentin Tarantino (encantado de trabajar con Miramax), Kevin Smith (le gusta porque aunque le tocan cosas le dejan hacer lo que quiere), Steven Soderbergh (durante mucho tiempo ha seguido lo de una para ti, una para mí, pero ahora odia a los Wenstein) o Matt Damon y Ben Affleck (odian a los Wenstein); y gente que ha trabajado con ellos Rob Reiner (Chicago), Martin Scorsese (Gangs of New York), Anthony Minghella (El Paciente Inglés), Lasse Hallstrom (Chocolat), Peter Weir (Master & Commander), y un larguísimo etcétera de autores. Autores que únicamente usó Miramax para ganar premios Óscar -salvo Scorsese al que tienen en un pedestal-.

En definitiva. El mercado hizo que lo que se conocía como una forma diferente de hacer cine, ahora se ha convertido en una moda más, o en un género más. Extrapolando esto a otros aspectos de la cultura, ha pasado exactamente igual en la música. Lo que se conoce como genero 'indie', al igual que pasaba en el cine, era realmente aquellos grupos de música realmente independiente. Sin embargo, ahora la música 'indie' es un género más dentro del catálogo de las grandes discográficas. Han absorbido y vampirizado ese sector y lo han reducido y encorsetado aún más si cabe. Por eso, realmente vivimos a base de modas; modas que nos impone el mercado y que a pesar de que creemos estar ajenos a él y de creernos los más 'indies', no somos más que un subproducto de algo que no alcanzamos a comprender. Y lo que es mejor, no queremos comprenderlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es un asco sentirte perteneciente a un grupo social especial, (algo que todo ser humano necesita) y que al poco tiempo veas como poco a poco lo que antes que hacia sentirte espacial, único o autentico se convierte en un producto para la masa (de borregos que esta sociedad de consumo)

PD: Cuidado con poner imágenes de logotipos que no son tuyos :P.

AlexSlocker dijo...

Parte de razón sí que tienes. Pero para mí el problema es que está tan bien construido todo, que solo vemos la fachada de todo lo que hay. El sistema ya nos inhibe de preguntar si hay 'algo más' allá de esa fachada. Sin embargo nos quedamos mirándola y se oye: soy la/el más alternativo, indie, etc. Y lo peor de todo, es que ni siquiera queremos reconocer que eso es un asco.

Aparte, no lo decía tanto porque yo me vea un 'indie', que para nada, sino porque me parece que es la moda que toca ahora.